La tabla periódica de los elementos es una disposición de los elementos químicos en forma de tabla, ordenados por su número atómico (número de protones), por su configuración de electrones y sus propiedades químicas. Este ordenamiento muestra tendencias periódicas como elementos con comportamiento similar en la misma columna.
En palabras de Theodor Benfey, la tabla y la ley periódica «son el corazón de la química —comparables a la teoría de la evolución en biología (que sucedió al concepto de la scala naturae), y a los principios de termodinámica en la física clásica—».
Si quieres entender qué es el cobalto debemos empezar por lo más básico. Cuando buscamos el cobalto en la tabla periódica lo encontramos bajo el símbolo Co y veremos que presenta un número atómico de 27. Tanto el cobalto como sus aleaciones tienen una propiedad muy interesante frente al resto de metales: su elevada resistencia frente al desgaste y la corrosión, aunque se encuentre a temperaturas elevadas. Además, otra de las propiedades del cobalto es su dureza y resistencia a la tensión, lo que hace que sea muy utilizado utilizado para la producción de maquinaria industrial.
Aunque el cobalto puede tener 22 isótopos, tan solo tiene un isótopo estable, es decir, el resto se trata de isotopos radiactivos. Su isotopo más estable se conoce como Co-59 y se extrae de forma natural. Cuando los átomos del Co-59Co se exponen a un flujo de neutrones, se producen reacciones nucleares, transformando el -59 en Co-60.
Elemento químico, de símbolo Cu, con número atómico 29; uno de los metales de transición e importante metal no ferroso. Su utilidad se debe a la combinación de sus propiedades químicas, físicas y mecánicas, así como a sus propiedades eléctricas y su abundancia. El cobre fue uno de los primeros metales usados por los humanos.
El hierro es un elemento químico de número atómico 26 situado en el grupo 8, periodo 4 de la tabla periódica de los elementos. Su símbolo es Fe (del latín fĕrrum) y tiene una masa atómica de 55,847 u.
Este metal de transición es el cuarto elemento más abundante en la corteza terrestre, representando un 5 % y, entre los metales, solo el aluminio es más abundante, y es el primero más abundante en masa planetaria.